viernes, 29 de junio de 2012

¿Hurón por caniche toy?

 Los muros de facebook ajenos suelen deparar sorpresas (dependiendo del ingenio y del humor de nuestros contactos), pero nada me arrancó tamaña carcajada como lo que me encontré esta mañana en el de un amigo virtual:



  El videíto que antecede me exime de explicar cómo se generó la estafa y cómo una vez más podemos afirmar que el ingenio popular nunca descansa. Sin embargo, más allá de lo gracioso, de lo extraño y de lo tragicómico de la situación me acordé del género de la leyenda urbana o urban legend, que a grosso modo se define como un relato que pertenece al folclore contemporáneo. A veces contiene elementos inverosímiles o fantásticos y se presenta como una historia que registra supuestos hechos reales sucedidos en la actualidad. Se transmite por correo electrónico, de boca en boca y como vemos en este caso llega a los medios de comunicación masiva. 
  Otro rasgo interesante es que siempre le ha sucedido a alguien conocido, siempre es una "experiencia mediada", es decir, el narrador afirma que a él no le ocurrió pero sí a un conocido, a un pariente, a un amigo o a alguien de su círculo cercano. 
 De cierta forma el elemento didáctico moralizante está presente en estas historias, en nuestro caso, volvemos sobre la condena hipócrita que pesa sobre La Salada y su comercio de marcas apócrifas ... pero los muchachos parecen haber llegado un cachitín lejos.
  Nuestro hurón-toy está en intertexto con la leyenda del perro rata ¿interesante no?
 Para cerrar les dejo un texto sumamente ilustrativo de la doctora María Inés Palleiro en el que cruza diferentes tradiciones como la de la dama del lago y nuestro querido y esquivo Nahuelito, les recomiendo que no se lo pierdan:

sábado, 23 de junio de 2012

El Morrosko de Olivares.


  Ayer tuve el gusto de hojear el maravilloso volumen que se imprimiera como resultado de la exposición destinada a homenajear a don Luis de Góngora, La estrella inextinguible: magnitud estética y universo contemporáneo. Amén de quedar impactada por la calidad de los contenidos del libro, de las diversas instancias abarcadas en el homenaje, no pude menos que detenerme en el cuarto apartado en el que se reunían bajo el título "La galaxia de Góngora en el siglo XX", las revisiones contemporáneas, los homenajes, las relecturas hechas en Europa, América cuyo abanico recorre a la Generación del 27, a Lezama Lima, a Jorge Luis Borges y también llega a las manifestaciones pictóricas y escultóricas que se enlazan con el imaginario estético y las circunstancias históricas en el que se desarrolló su espléndida obra. Dejo el link para quienes deseen detenerse más detalladamente en las actividades desarrolladas el 30 de mayo pasado: 


  En mi lectura en diagonal, en el afán de abarcar tamaño volumen y de zambullirme en la maravillosa carta en la que don Luis denuncia a un inquisidor, una escultura concitó mi inmediata atención. El conde duque de Olivares, provisto de unos guantes de boxeo aparecía ante mi mirada incrédula. ¡¡Barroco y boxeo!! Deslumbrada por el hallazgo no pude menos que tomar nota del nombre de la obra, de sus autores y el año de aparición: el Morrosko de Olivares, equipo Crónica, circa 1970. 
  El conde duque fue una figura que a mí particularmente siempre me atrapó, a tal punto, que compré la biografía espléndida escrita por el historiador e hispanista inglés John H. Elliot y la transité deslumbrada durante las vacaciones de verano. Figura controvertida, valido de Felipe IV, cuyos intentos reformistas tendientes a frenar la venalidad y corrupción cortesanas instaladas, chocaran con la resistencia de los nobles desplazados y terminaron apagando su estrella política.
 ¿Qué o quién fue Morrosko? Fue un boxeador español, José Manuel Urtain, apodado el Morrosko de Cestona, cuyo apogeo se diera en los primeros años de 1970 al lograr 28 triunfos por k.o. consecutivos y que luego empezara un lento e inexorable declinar que terminaría con su vida. Aprovecho de paso para recomendar calurosamente el blog de boxeo al que remite el nombre del púgil. Una verdadera joya.


  Por último, el equipo Crónica, grupo de nueve artistas que formado en 1964, rápidamente se viera reducido a Rafael Solbes y Manolo Valdés y que se mantuviera así hasta la muerte del primero en 1981. Este colectivo artístico cuya impronta figurativa es innegable como así también con la relación con el arte pop (recomiendo buscar "Las meninas o la salita" de 1970) contiene un innegable gesto paródico, de ironia y de humor, tal como nos lo deja ver el conde duque luciendo sus guantes profesionales.


  La apropiación de las tradiciones académicas y el cruce con la cultura popular los vuelve atractivos para mí y me lleva a mirar con cierta melancolía al púgil valido o a pensar en José Manuel ... o en el gesto confrontativo de esta obra que no deja de meterse con el panteón franquista, con la biografía psicólogica de Marañón ... O en el inevitable atractivo que genera en todos la tragedia del púgil decadente que insiste una y otra vez en subirse al ring.

  



martes, 19 de junio de 2012

En busca del disco perdido o del hallazgo del año.


 La semana pasada me decidí, tomé coraje y volví a revolver bateas y ver qué discos de vinilo podía pescar para llevarme a casa para disfrutar. Me subí a un colectivo y sin más aterricé en el barrio de Flores, para más datos en la calle Bolivia y me dispuse a revisar qué sorpresa me podía deparar el destino. De allí, me fui silbando bajito a Emilio Mitre al 400 y por último, recalé en una galería de Primera Junta. Como resultado de mi periplo se me ocurrió que podía armar este post en el que me propongo comentar lo positivo y lo negativo de la excursión y de paso dejar algún que otro consejo para aquellos neófitos que andan con ganas de comprar discos y quieren saber qué tener en cuenta. 
 La primera disquería -cercana a la Plaza Flores- de por sí, ya es un clásico que vale la pena visitar porque entrar al local es entrar al tunel del tiempo, nada ha sido renovado y se respira el olor a cartón, a discos, no sé, es un aroma muy particular. Lo interesante y valorable es que todo está debidamente ordenado, cartelitos bien claros y prolijos indican: género, intérprete, procedencia, precios. Los discos en líneas generales se merecen un ocho para arriba, otro logro. Para los amantes de la música clásica, creo yo que el lugar puede llegar a ser muy interesante por la cantidad, por la división en géneros y porque además (y esto tal vez juegue en contra en lo referido al aspecto pecuniario) los vinilos importados están separados en otra batea. Ojo, a no esperar el último disco importado, a no buscar la rareza del pop o del rock ... No es el caso. También cuenta con una amplia colección de discos simples, que la señora que atiende llama "chiquitos" y que con gran prudencia los tiene apartados para evitar el desorden y el maltrato del cliente desordenado o desprolijo. Para mi gusto algunos discos de rock o de tango están un poco caros, pero no es inaccesible ni abusivo.

 Ya cerca de la facultad de filosofía y letras, se encuentra la segunda escala de mi periplo ... Quiero decir que el lugar es una gran librería de usados, provista de textos clásicos y críticos, que hace unos siete meses tenía una mesa medio escondida con gran cantidad de vinilos desordenados y a precios más que tentadores, sin embargo, todo eso cambió .... para peor. Ahora los discos están embolsados y dispersos, algunos puestos en estantes para libros, encimados, lo que dificulta y entorpece visiblemente la pesquisa. Los precios puestos hablan de un total desconocimiento del tema y de un gran oportunismo: de 35$ para arriba. El señor que maneja el local, me señaló otro rincón en que los discos esta vez están "verticales" pero en ¡¡el suelo!! y satisfecho me hizo notar que allí estaban los "doble pechuga". La disposición espacial habla de que la faceta discográfica del negocio es algo accesorio y muy secundario, allí, los precios se elevan exponencialmente: 50$, 100$ ... Gran decepción.


La última que está en un local del primer piso de una galería en Primera Junta es la que tal vez pueda deparar sorpresas más agradables, en el interior cuenta con bateas en las que uno puede encontrar rock, jazz y pop, todo debidamente embolsadito y con su precio en fluorescente. Afuera, en cajones plásticos y también con cartelitos que anuncian los precios, los amantes del tango, del folclore, ritmos latinos y "bolicheros" están de parabienes, los precios arrancan de los 10$, sí leyeron bien, discos cuidados, con sus bolsas internas.
En conclusión, a prestar mucha atención, a revolver y a recorrer ... 
Las otras opciones que también he revisado han sido la del parque Rivadavia y el Centenario, pocos discos con precio, mala señal, el precio parece que es según la cara del comprador y por momentos se vuelven casi delirantes. El Ejército de Salvación es para espíritus valientes, allí, nada está ordenado, uno se lleva tres por diez pesos pero deberá tener suerte, paciencia y mucha dedicación porque no están catalogados, ni cuidados, ni ordenados ...