miércoles, 6 de julio de 2011

Cacharros electrónicos y demás.

  En el año 2000, gracias a la conjunción de una serie de circunstancias felices (internet, mercado libre, dinero, y otras de las que no pienso acordarme) me llevaron a la adquisición de una palm m100.
 Una vez que la tuve en mis manos, la alegría de la compra se transformó en la zozobra de la acuciante pregunta: "¿y ahora para qué la uso?" Yo no era muy afecta a las agendas, no me caracterizo por tener demasiados contactos, mis actividades son deliberada y obsesivamente rutinarias, sin embargo, el aparatito que apenas ostentataba 2mb de almacenamiento y dependía de dos pilas triple A fue lentamente ganando "mi afecto" si así se le puede llamar. Descarté la agenda, los papelitos al estilo Minguito Tinguitella, pude ponerle alarma a mis actividades con días de anticipación y no olvidaba de sincronizarla regularmente con el software para no perder mi información. Lo que más me atraía era el uso del lapicito que permitía al mejor estilo "pizarra mágica" hacer anotaciones al vuelo.
   Como sabran, los amigos "geek", todo inicio es un camino de ida y así sucedió conmigo, al poco tiempo, la mandé a un service que le subió la memoria interna a 8 mb; luego ahorrando conseguí un teclado portátil que se conectaba al puerto de sincronización y ahí puedo decir que se abrió para mí al menos un mundo diferente: podía tener word y excell usando el famoso y hasta hoy vigente "documents to go". Eso me permitió prescindir de cuadernos a la hora de cursar posgrados, de poder tener las notas de mis alumnos conmigo en cualquier circunstancia que así lo requierese, darme el lujo de llevar apuntes para usar en clase e incluso valerme del excell para tomar lección. El recorrido se amplió a medida que Palm iba presentando aparatos con pantalla color, con más capacidad de almacenamiento, con lectura de tarjetas ssd, con conexión wifi, con teclado inalámbrico vía infrarrojo y así migré a la Palm m130, a la Tungsten T3 (cuya pantalla se apaisaba según las necesidades del usuario) y a la última, la LifeDrive. 

  Mucha gente me miraba con sorpresa, cuando en Puán, o en el colegio o en conferencias, yo sacaba a "la poderosa" así apodada por mi querida profesora y mentora, y comenzaba a tomar apuntes con el teclado famoso. Pero no me detuve ahí. 
  La última adquisición que cambió mi forma de trabajar y aceleró el acopio de información que necesitaba para mi tesis de maestría y para mis trabajos de investigación fue la compra también fortuita y compulsiva de un escaner de mano. Ni pienso recordar la cara de mi esposo en casa, cuando descubrió que el dinero destinado a llegar a fin de mes había sido trocado en una especie de "resaltador-gordoquelarga-lucecita-paraquéseusa?". ¿Hace falta que aclare que al comienzo me desanimé y no le encontré la vuelta? ¿Hace falta decir la cantidad de veces que escaneaba y salían simbolitos insólitos?
  Al poco tiempo ya estaba escaneando en la Academia Argentina de Letras, en Filología, en la biblioteca central de Puán. Me mandaba los txt vía infrarrojo a la palm y ahí mismo corregía los mínimos errores de lectura que encontraba. Ya para esta época, había notebooks. No les hice caso. Lo mío cabía todo en la cartera o en el bolso, no pesaba, usaba lo que quería cuando quería. 
  Conclusión: hoy en día, ya tengo un ipod touch con el que también puedo generar documentos y un teclado Apple ad hoc (jailbreak mediante), voy con mis clases y libros adentro de un Kindle y no tengo escaner de mano (lo extraño). La idea siempre para mí fue facilitarme la tarea: no acarrear toneladas de apuntes, no llenarme de fotocopias, tener digitalizada la mayor cantidad de información para poder renovarla y reciclarla a mi antojo, acelerar los tiempos de fichaje y facitarme el acopio. Ahora en retrospectiva, miro con cierta nostalgia a mis compañeros de tesis y recuerdo siempre las caras de mis colegas cuando alguno se asomaba para hacer su trabajo. Sin embargo, quienes me miran con más asombro y no dejan de querer saber qué es o qué tengo son mis alumnos y es entonces cuando internamente me siento más satisfecha: mis clásicos y mis clases están en el lugar menos pensado para ser leído y recorridos.

5 comentarios:

  1. ¡Qué bueno, Eleonora! Me hiciste acordar de todos los lunes compartidos durante estos años y del intercambio de "tips" y datos sobre vendedores de dudosa procedencia en sitios de internet. ¿Te acordàs de cuando llevaste tu net Olivetti y yo casi me morí y a la semana tenía la mía regalada por Horacio? Él fue quien me regaló mi primer celular y mis dos Palms. Yo también decía ¿para qué sirven? Pero no me lancé como vos a los teclados y demases. Recuerdo cuando un exalumno te llevó al colegio el teclado infrarrojo que te había traído de USA.
    Todo pasa y todo queda...

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  2. Qué significa para vos, tener un blog y cuáles son tus motivaciones.

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  3. A mí me hizo acordar a cuando una compañera mía (y de AK) de la facultad se había comprado una especie de computadora, porque creo que solo servía como procesador de texto y fui a hacer con ella un trabajo a la casa. Como esta compañera no sabía manejarla muy bien y se armaba flor de lío a la hora de imprimir, yo me volví a mi casa con la sensación de que mi máquina de escribir era comprensible y lo otro, no.
    Años después, mientras yo seguía con la máquina de escribir y estábamos traduciendo una bibliografía para la cátedra, descubrí lo maravilloso que era escribir, borrar y corregir y que todo saliera prolijo. Ahí sentí la necesidad de tener una compu y creo que ese año compré la primera.
    Dispositivos pequeños com palm nunca tuve, ahora solo celular y notebook, me están dando ganas de una tablet, pero veremos...

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  4. Bueno, acá voy otra vez. Con el tema de la escuela tomada y la batería que se me agotó, me quedé sin ingresar la entrada. Decía, aunque de esto no tengas constancia, que recuerdo cuando usabas la palm y cómo te adaptaste siempre a nuevas tecnologías. En mi caso costó, hasta hace uno o dos años atrás, no porque no pudiera entenderlas sino que tenía que pedir permiso para usar la compu (que siempre estaba ocupada, por mi hijo, claro). Lo que comento, también, es que se hace difícil que los alumnos usen estos "cacharros" en forma productiva (pedagógica y didácticamente hablando)porque no están tan acostumbrados a ver la educación como un sistema de colaboración y, además, por ese extraño convencimiento que tienen de que la tecnología la dominan mejor que nosotros. Hay cosas que hacen más rápido que nosotros y eso hay que capitalizarlo, pero también lograr una personalidad flexible que les permita ver que también les podemos mostrar otros enfoques. Siempre y cuando uno pueda utilizar los recursos y no tenga, como en mi escuela, una pizarra digital de la que no se puede disponer con facilidad.

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  5. Ay, plumero, cuánto camino has recorrido!

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